Brújula para el viaje emprendedor – Parte 1

En estos 11 años acompañando equipos emprendedores me encontré con (y fui una de esas) personas subidas a montañas rusas personales y organizacionales que nos mantienen dando vueltas una y otra vez en las mismas dificultades. Fui anotando, conversando y compaginando 6 dimensiones a tener en cuenta para este viaje emprendedor de buscar generar productos y servicios que resuelvan problemas de nuestras comunidades.

En este post encontrarás información útil y algunas preguntas sobre las dos primeras dimensiones de las seis en las que tu proyecto deberá adentrarse, como mínimo: la personal, relacional, sostenibilidad económica, comunicativa, societaria y la del contexto Económico Social y Solidario que le recibirá.

La dimensión personal incluye la atención a las necesidades, expectativas y capacidades individuales. La dimensión relacional hace referencia al equipo promotor, así como al cuidado de las relaciones que establecemos en el proyecto, los procesos de apropiación colectiva, y las formas con las que tomaremos las decisiones.

Asimismo, este post te ayudará a descubrir la red de recursos que tiene a tu alcance para seguir formando y encontrar acompañamiento en los momentos más frágiles.

Dice Doris Lessing: «El talento es algo bastante corriente. No escasea la inteligencia sino la constancia«. Si se perseverá, pues, y si durante este viaje no pierdes el amor por tus ideas y por el colectivo, el camino que empezaste te llevará a lugares inimaginables.

No hay una receta única para emprender. En los comentarios comparte las cosas que te ayudaron a llegar acá. ¿Cuál es la tuya?

La dimensión personal o el compromiso con nosotrxs mismxs

Trabajar o involucrarnos en un emprendimiento requiere, antes que nada, tener presente en qué momento personal nos encontramos, por qué queremos implicarnos y qué esperamos. Si decimos que debemos ponernos a las personas en el centro y atender nuestras necesidades, debemos empezar el proceso de emprender haciendo un ejercicio sincero de autorresponsabilidad y de autocuidado, lo que significa saber cuáles son nuestros deseos y nuestras capacidades. Reconocernos a nosotros mismos nos facilitará, después, reconocer a las demás.

Aquí algunas preguntas que pueden ayudar a entenderlo:

  • ¿De dónde sale la idea del proyecto? ¿Es mía y la quiero compartir? Es de otro y quiero sumarme
  • ¿Cómo me siento en el proyecto? ¿En este proyecto siento mi presencia participación? ¿Yo también soy el proyecto?
  • ¿Quiero emprender un viaje con estas compañeras y desde este punto de partida?
  • ¿Qué espero del proyecto? ¿Siento que mis necesidades individuales son atendidas?
  • ¿De qué recursos, energías, dedicaciones, competencias y habilidades dispongo y puedo poner a disposición del proyecto?
  • ¿Qué valores quiero y necesito que el proyecto tenga? ¿Qué aspectos son irrenunciables para mí? ¿En qué aspectos estoy dispuesta a ceder?

La dimensión personal pone a las personas que promueven los proyectos en el centro, lo que incluye la atención a las necesidades, expectativas y capacidades individuales.

La dimensión relacional o cómo ponernos en el centro

Cuando afrontamos el reto de constituir un proyecto con otras personas, a menudo la principal preparación es dar forma a la idea de actividad económica y hacerla viable.

En un proyecto colectivo, debemos aprender a escucharnos, a decir qué hacemos bien y qué nos gusta, así como lo que no nos gusta

La puesta en marcha del proyecto debería ser un proceso integral. Es importante pensar el modelo de viabilidad y sostenibilidad como cuidar el proceso que haremos para definirlo: qué lugar reservaremos a las personas y al colectivo, cómo generaremos la apropiación colectiva del proyecto y cómo tomaremos decisiones.

Así pues, para garantizar la cohesión y coherencia entre la dimensión societaria empresarial y relacional de un proyecto cooperativo, es necesario que dediquemos tiempo y recursos a las relaciones del equipo, y dispongamos de los espacios e instrumentos apropiados. En este sentido, será necesario que atendamos los tres aspectos clave de las relaciones

  1. Querer participar: Trabajar la motivación para que todo el equipo participe.
  2. Saber participar: Facilitar el intercambio y la construcción de saberes
  3. Poder participar: Habilitar espacios, canales y herramientas para que la participación sea real.

En un proyecto colectivo, seguramente no todas las personas del equipo parten del mismo punto. Podrán existir dedicaciones e implicaciones diferentes, y es importante prever sus consecuencias. En este sentido, será necesario que tengamos en cuenta: la incorporación al proyecto en diferentes momentos, la canalización de información de todas las personas implicadas, así como la dotación de espacios de socialización que faciliten la implicación y favorezcan la apropiación del proyecto por parte de todas.

Aquí algunas preguntas que pueden ayudar a entenderlo:

Apropiación colectiva de la idea y del proyecto

  • ¿De dónde sale la idea del proyecto? ¿Cómo la presentamos y quién la presenta?
  • ¿Cómo incorporamos la pasión, lo que nos motiva?
  • ¿Qué necesidades quiere cubrir (atender) a cada persona por medio del proyecto colectivo?
  • ¿Qué implicaciones tienen las necesidades individuales en el colectivo?
  • ¿De qué recursos, energías, dedicaciones, competencias y habilidades disponemos? ¿Son suficientes para atender las necesidades colectivas y construir el proyecto juntas?
  • ¿Compartimos valores del proyecto colectivo? ¿Qué nos define? ¿Qué implicaciones, colectivas e individuales, tiene la asunción colectiva de estos valores?

Construcción del equipo

  • ¿Qué utilidad tiene participar en un proyecto colectivo, y hasta qué punto este proyecto responde a nuestros intereses y necesidades?
  • ¿Quiénes son las demás? ¿Qué hacen? ¿Con quién se relacionan?
  • ¿Qué reconocimiento les otorgamos?
  • ¿Las consideramos interlocutoras válidas?
  • ¿Qué formas de trabajar compartimos?

Dotación de espacios y prácticas adecuadas

  • ¿El proceso es suficientemente compartido?
  • ¿Se establecen mecanismos y canales a través de los cuales podemos manifestarnos y participar?
  • ¿Qué trabajo hacemos de implicación emocional con el proyecto cooperativo?
  • ¿Cuáles son los dispositivos de comunicación que generamos?
  • ¿Generamos un archivo colectivo del proceso? ¿Cómo se accede?

No hace falta que todas las preguntas tengan respuesta, pero permiten tener la orientación del lugar hacia donde nos dirigimos.

Coméntanos si te resultó útil este artículo y lo que te gustaría incluyamos en la segunda parte de esta Brújula para el viaje emprendedor.